Recibe su nombre de las especiales características de su tierra arcillosa y rojiza que es transformada en barro y hábilmente moldeada por las expertas manos de sus artesanos.
En la medida que avanzamos hacia las poblaciones del sur, la tierra va perdiendo su color rojizo y la vid da paso a la dehesa. La crianza del cerdo ibérico y la elaboración de los productos cárnicos derivados sustituyen, como base de la economía, a la elaboración de vinos y la destilación de licores.
Ruta cargada de historia, con importantes núcleos que pertenecieron, desde la Edad Media, a las ordenes militares que estuvieron en esta zona desde la Reconquista, conservando buena parte del legado histórico artístico.
El senderismo, el parapente, la pesca y la navegación en sus pantanos son otros atractivos a destacar.
El paisaje agricola se ve interrumpido por varias sierras de poca altura, como la Sierra Vieja en Feria o la de Los Santos y por extensas dehesas de encinares.